Los activos y los pasivos son dos conceptos clave en la contabilidad y las finanzas personales. Los activos son los recursos que posee una persona o una empresa, y que pueden generar beneficios económicos futuros. Los pasivos son las obligaciones o deudas que tiene una persona o una empresa, y que deben ser pagadas en el futuro. La diferencia entre los activos y los pasivos es que los activos aumentan el valor o el patrimonio de una persona o una empresa, mientras que los pasivos lo disminuyen.
Los activos y los pasivos se pueden clasificar según su plazo o su naturaleza. Según el plazo, los activos y los pasivos se pueden dividir en corrientes y no corrientes. Los activos corrientes son aquellos que se pueden convertir en efectivo en el corto plazo, como el dinero en caja, las cuentas por cobrar o el inventario. Los pasivos corrientes son aquellos que se deben pagar en el corto plazo, como los sobregiros, las cuentas por pagar o los impuestos. Los activos no corrientes son aquellos que se mantienen por un periodo más largo, como los edificios, las maquinarias o las patentes. Los pasivos no corrientes son aquellos que se pagan en un periodo más largo, como los préstamos hipotecarios, los arrendamientos o las emisiones de deuda.
Según la naturaleza, los activos y los pasivos se pueden clasificar en buenos y malos. Los activos buenos son aquellos que generan ingresos o rendimientos, como las propiedades alquiladas, las inversiones en acciones o los negocios propios. Los pasivos buenos son aquellos que se utilizan para adquirir activos buenos, como los créditos para comprar una vivienda que se va a alquilar, o para financiar un proyecto rentable. Los activos malos son aquellos que no generan ingresos o que se deprecian con el tiempo, como los vehículos, los electrodomésticos o los bienes de consumo. Los pasivos malos son aquellos que se utilizan para adquirir activos malos, como las tarjetas de crédito, los préstamos personales o las compras a plazos.
La clave para mejorar las finanzas personales es aumentar los activos buenos y reducir los pasivos malos. De esta forma, se puede crear un flujo de efectivo positivo, que es la diferencia entre los ingresos y los gastos. Un flujo de efectivo positivo permite ahorrar, invertir y alcanzar la libertad financiera. Por el contrario, un flujo de efectivo negativo implica endeudarse, gastar más de lo que se gana y depender de fuentes externas de financiación. Por lo tanto, es importante llevar un control de los activos y los pasivos, y tomar decisiones financieras inteligentes.