Prestar dinero a parientes y amigos puede parecer un gesto de generosidad y confianza, pero también puede traer muchos problemas y conflictos. ¿Qué pasa si la persona no te devuelve el dinero a tiempo o nunca? ¿Qué pasa si cambian las condiciones del préstamo o surgen malentendidos? ¿Qué pasa si se deteriora la relación por culpa del dinero?
Estas son algunas de las razones por las que no hay que prestar dinero a parientes y amigos, o al menos pensarlo muy bien antes de hacerlo:
- Puede afectar negativamente a la relación. El dinero puede generar tensiones, resentimientos, reproches, envidias, celos y hasta rupturas entre las personas. Puede cambiar la forma en que te ven o en que tú los ves. Puede crear una sensación de dependencia, obligación o superioridad. Puede interferir en la comunicación y el respeto mutuo.
- Puede poner en riesgo tu propia economía. Al prestar dinero, estás renunciando a una parte de tus ingresos o ahorros, que podrías necesitar para cubrir tus propias necesidades o imprevistos. Además, al no tener garantías de que te devolverán el dinero, puedes perderlo todo o tener que recurrir a medidas legales o extralegales para recuperarlo, lo que puede acarrear más gastos y problemas.
- Puede ser una solución temporal o ineficaz. A veces, prestar dinero no resuelve el problema de fondo de la persona que lo necesita, sino que solo lo posterga o lo agrava. Puede que la persona no sepa administrar bien el dinero, que tenga hábitos de consumo irresponsables, que esté endeudada con otras personas o entidades, o que tenga una situación personal o laboral inestable. En estos casos, prestar dinero puede ser un parche que no ayuda a la persona a mejorar su situación, sino que la hace más dependiente o vulnerable.
Por estas razones, si decides prestar dinero a un pariente o amigo, debes considerarlo una donación, es decir, un regalo que haces sin esperar nada a cambio. De esta forma, te evitarás falsas expectativas, decepciones, reclamos o conflictos. También debes estar seguro de que puedes permitirte hacer esa donación, sin comprometer tu propia estabilidad financiera. Y, por supuesto, debes hacerlo con sinceridad, sin juzgar, presionar o manipular a la persona que recibe el dinero.
Prestar dinero a parientes y amigos puede ser una muestra de solidaridad y afecto, pero también puede ser una fuente de problemas y malestar. Por eso, antes de hacerlo, debes pensarlo bien, evaluar los riesgos y las consecuencias, y estar dispuesto a asumir las posibles pérdidas. Y si lo haces, debes considerarlo una donación, no un préstamo.